lunes, 26 de octubre de 2009

RESUMENES DE MENSAJES EDUCATIVOS

Algunos consejos para intentar ser buen maestro

Luciano González Velasco*
* Profesor e investigador en la Escuela Normal Superior de Jalisco.

Lo que aquí se expone refleja algo de lo que se aprende a lo largo de una vida de ser docente. Se dice con el deseo sincero de comunicar aquello en lo que creemos y tratamos de practicar, esperando que sea útil a mis compañeros profesores. Quedan otras ideas, quizá no menos importantes, para próxima ocasión.
No expliques la lección nueva. Es práctica común entre los profesores, que nos pongamos a explicar la lección o clase nueva, pues pensamos que es nuestro deber y que nuestra sabia y docta exposición es irremplazable. Pocos son los docentes que dan la oportunidad a sus alumnos para que por sus propios medios, con la guía del profesor, por supuesto, aborden el tema de estudio y construyan su propio conocimiento.
Si bien es cierto que todos los maestros reconocemos que nadie puede aprender por otra persona, también es cierto que se nos olvida que, por contraparte, cada quien debe hacer lo suyo para lograr aprendizajes.
Para la próxima clase nueva, en vez de pensar cómo vas a exponer el tema, mejor piensa en cómo vas a invitar a los alumnos para que empiecen a conocerlo por su propios medios.
No repitas la explicación al alumno que no entendió. Si nos atenemos al diccionario, repetir es "volver a hacer lo hecho" y si esto es así, de nada nos va a servir. Es decir, si repetimos la misma explicación, de la misma manera, lo más seguro es que no nos entiendan, no porque nuestros alumnos sean de pocas entendederas, quizá nosotros somos de "pocas explicaderas". En fin, lo mejor es buscar otros caminos, otras formas de ayudar al estudiante a que comprendan o aprendan lo que deseamos.
Si sólo se tratara de repetir la explicación o la lección a los que no entienden, no tendríamos un solo alumno atrasado. La verdad es que sólo demostramos que somos buenos profesores cuando auxiliamos con éxito a aquellos que tienen problemas para aprender. Con los otros, los que aprenden fácilmente, cualquiera es maestro y muchos de ellos aprenden sin o a pesar del profesor.
Por lo mismo, hay que tener mucha capacidad, mucha inventiva, mucha atención a las necesidades reales de los estudiantes, de modo que nuestro apoyo se realmente efectivo.
Si te sale bien una lección no la vuelvas a dar igual. Todos los profesores nos sentimos muy bien cuando una clase nos sale bien y los alumnos aprendan mucho.
Lo malo es que tendemos a repetir el procedimiento sin importar que se trate de otro grupo en condiciones diferentes.
Cuando repetimos los procedimientos de enseñanza, sin cambiar nada de acuerdo a las nuevas circunstancias, esperanzados en que volveremos a tener éxito, entramos en un proceso en el que nos encasillamos y hacemos de la docencia un espacio fijo, inmutable, que parece protegernos del error, pero que nos aprisiona y no nos permite mejorar.
En todo procedimiento de trabajo, bien sea exitoso o que nos condujo al fracaso, hay necesidad de aplicar la reflexión, el análisis sobre lo hecho. En esta acción hay que incorporar la duda: ¿es lo mejor que puedo hacer?, ¿por qué digo que aprenden mis alumnos?, ¿sólo porque repiten lo que yo dije o lo que dice el libro?, ¿de verdad es lo que necesitan aprender? Estas y otras preguntas pueden ayudar a la reflexión sobre la práctica y a evitar que seamos repetidores irreflexivos de técnicas o procedimientos.
No hagas caso del alumno latoso. Esto, en el momento en que el estudiante esta "dando lata" y causando problemas. Generalmente nuestros alumnos se comportan así para llamar la atención. Si nosotros detenemos la actividad, aunque sea para llamarles la atención, ellos lograron lo que querían: llamar la atención.
Es preferible atender al niño o joven cuando está en una actividad productiva y no hacer lo cuando comete desorden. De esa manera él se dará cuenta que sólo recibirá nuestras atención cuando se comporte de cierta manera.
A eso, los psicólogos le llaman "moldamiento de la conducta" y consiste en premiar, en nuestro caso con atención, solamente cuando existe el comportamiento deseado. Muchas madres de familia utilizan adecuadamente este procedimiento psicológico, cuando sus niños hacen un berrinche y ellas, en lugar de voltear a verlos se vuelven y los ignoran olímpicamente. Los niños terminan por reconocer que esa conducta no da resultado y tienen que ensayar otra cosa.
Lo mejor es atender verdaderamente a todos los estudiantes de manera personal. Esto se logra cuando hay actividad de estudio o trabajo que desarrollan los mismos y el profesor tiene tiempo para acercarse a ellos. Con esto satisface no sólo las necesidades de atención, sino también las de aprendizaje.
Al terminar el tema no les preguntes a tus alumnos. Casi siempre utilizamos las preguntas orales o por escrito para verificar si nuestro alumno aprendieron el tema. Generalmente les preguntamos sobre las mismas cosas que vimos y esperamos que nos respondan tal cual lo estudiamos.
Esto obedece a la preocupación y al deseo de que nuestros alumnos realmente aprendan y no olviden aquello que consideramos importante dentro del tema.
Una manera interesante de cambiar es esperar o incitar que el alumno haga sus propias preguntas o explicaciones. De esa manera obtenemos una visión más cercana de los aprendizajes lo grados, pero también de las dudas y necesidades que quedaron sin resolver.
No enseñes a dar respuestas correctas. No como única forma de trabajo como la más importante. Es mejor que enseñemos a hacer preguntas. La ciencia no ha avanzado por las respuestas que da –que muchas veces no son correctas– sino por las preguntas que orientan las próximas búsquedas.
Es preferible que nuestros alumnos sepan hacer preguntas a que sólo aprendan las respuestas correctas. Ellos y nosotros tendremos más posibilidades de avanzar en los conocimientos y en nuestra vida en general.
No hagas exámenes escritos. No como única forma de evaluar a tus estudiantes. De preferencia elimínalos durante algún tiempo mientras ensayas otras formas de evaluación.
El examen escrito –siempre y cuando técnicamente elaborado– es bueno, pero solamente como complemento de otras formas de evaluación. Lo que más frecuentemente sucede es que preguntemos lo que queremos que aprendan o lo que consideramos importante para nuestros alumnos.
Ensaya a preguntarle a tus alumnos, al final de la clase o de un tema o unidad: ¿qué aprendimos y espera a que ellos hagan una reflexión acerca de lo que consideran como aprendizajes logrados. Te asombrarás de los resultados. Frecuentemente, al utilizar esta pregunta, nos encontramos con que nuestros alumnos aprendieron cosas a las que no habíamos prestado atención o no esperábamos y, también con mucha frecuencia, sucede que aquellos más importante para nosotros no aparecen como aprendizaje logrados.
Si desea adentrarse en estas formas, primero pregúnteles ¿qué hicimos?, para que recuerden y reconozcan su proceso de aprendizaje, luego la pregunta del párrafo anterior y, finalmente pregúnteles ¿cómo se sintieron?, y así podrás evaluar algo de lo afectivo, que siempre reconocemos como una esfera del individuo pero que casi nunca evaluamos.

lunes, 19 de octubre de 2009

EL DON DEL SABER

EL DON DEL SABER
http://www.bebescr.com/infantes/infa0047.shtml

RESUMENES DE MENSAJES EDUCATIVOS
RESUMENES DE MENSAJES EDUCATIVOS

Reflexiones sobre la

Educación Infantil

Traducción adaptada de un artículo en inglés de la Dra. Aletha Solter*

  1. Todos los niñ@s nacen con el deseo y la capacidad de aprender. Los niñ@s aprenden mejor cuando su aprendizaje nace de su propia curiosidad e interés, en vez de impuesto por alguien.

  2. Los niñ@s aprenden mejor con actividades manuales y con la experiencia de su propio descubrimiento, más que con las instrucciones dirigidas por otros. La formación de los conceptos llega de forma natural a través de las experiencias concretas.

  3. El juego es la forma primaria de aprender durante los primeros ocho a diez años, y tiene tres funciones importantes: a) ayuda a los niñ@s a adquirir habilidades físicas, sociales e intelectuales; b) ayuda a los niñ@s a entender y asimilar información; c) ayuda a los niñ@s a resolver las experiencias traumáticas.

  4. La estimulación apropiada es importante. Un ambiente rico en materiales diversos fáciles de manipular propicia el aprendizaje de los niñ@s. Los niñ@s también se benefician cuando están expuestos a historias, libros, gente, lugares, ideas, música, juegos y actividades de la vida real.

  5. Los mejores juguetes son los que inspiran a los niñ@s a imaginar, construir, crear y pensar.

  6. Desarrollarse primero no es necesariamente mejor. Lo mejor es que cada niñ@ se desarrolle a su propio ritmo.

  7. Al igual que los niñ@s son diferentes también tienen diversos estilos para aprender.

  8. Demasiada televisión y videos puede interferir con el proceso de aprendizaje, sofocando la imaginación, creando miedos, promoviendo la pasividad, y malgastando un valioso tiempo de juego.

  9. Los niñ@s aprenden mejor cuando sus vidas están libres de estrés. El estrés interfiere con el proceso de aprendizaje, porque los sentimientos dolorosos pueden conducir a la confusión crónica, la ansiedad, la falta de confianza en sí mism@ y la inhabilidad para concentrarse. El proceso de aprendizaje se realza cuando se permite a los niñ@s expresar sensaciones dolorosas a través del llanto y las rabietas.

  10. La capacidad de aprender se ve afectada por la relación entre los padres y los hij@s. La capacidad intelectual se realza cuando:

  • Los hij@s se sientes queridos y aceptados, y reciben atención cualitativa.

  • Se da ánimo a los hij@s, en vez de juzgarlos, criticarlos o corregirlos.

  • Los padres tienen expectativas realistas sobre sus hij@s (ni tanto ni tan poco).

  • La disciplina se consigue con un tratamiento sin castigos.

  • Se anima a los hij@s a que hagan preguntas y piensen con independencia.

  • Los padres permiten la autonomía, y ayudan solamente cuando es necesario o cuando sus hij@s lo solicitan.

miércoles, 14 de octubre de 2009

RESUMENES DE MENSAJES EDUCATIVOS
http://apli.wordpress.com/2007/09/16/%C2%BFlos-premios-y-castigos-son-educativos/

¿Los premios y castigos son educativos?

Escribir

”Si apruebas el examen te compro un regalo”, “No, hoy no ves la tele, estás castigado”. ¿Te suenan? A veces ya no sabes qué hacer para que tu hijo se comporte de una determinada manera. Es entonces cuando recurres al premio o al castigo, aunque no siempre son eficaces ni actúan de manera inmediata. En todo caso, se trata de recursos que debemos emplear con prudencia para que den resultados.

Tanto los premios como los castigos no tienen una prensa demasiado buena en algunos sectores de población. Ofrecer premios a los hijos es como reconocer un fracaso, es como si, al fallar como educadores, tuviéramos que recurrir al “sucedáneo” de los premios que, más que educar, adiestran.

Los castigos, por el contrario, no suelen dar tanta sensación de fracaso. Incluso socialmente son aceptados como padres responsables aquellos que castigan a sus hijos. De algún modo, se reconoce que el castigo sí es instrumento educativo, para terminar admitiendo que tampoco sirve de mucho porque el hijo tiene unas inclinaciones tales que no hay nada que hacer. Y se le va dejando de castigar y se acepta como irremediable “su manera de ser”.

Los premios y castigos son instrumentos eficaces en situaciones en las que el proceso educativo sufre desviaciones, paradas o retrasos. Son situaciones críticas y patológicas en las que el tratamiento habitual que se suministra en el proceso educativo, que son buenas dosis de ejemplos, persuasión y reflexión no surten efecto y es necesario restablecer un cierto equilibrio. Un remedio será pues seguir una medicación adecuada basada en premios y castigos, además, claro está, de actuar en algunos otros frentes.

Premios y castigos, aunque afectan sólo a la conducta externa y, por tanto, pueden no influir en la personalidad íntima, generan un ambiente que facilita la comunicación entre las personas de la familia o mejora las capacidades de la persona. Ambos aspectos son elementos facilitadores de la educación. ¿No es cierto que será más fácil la educación de los hijos si, con ayuda de algún premio y algún castigo, conseguimos que mantengan el orden en sus cosas y usen ciertos modales? ¿No será lo mismo si conseguimos que estudien y mejoren su capacidad de razonamiento?

Retomando el símil de premios y castigos como medicinas, evidentemente su uso no puede ser indiscriminado ni generalizarse. Al igual que cualquier medicamento, es preciso adecuar su administración a la necesidad concreta del paciente y tener en cuenta sus contraindicaciones y efectos secundarios.

En resumen, los premios y castigos son recomendables y adecuados si se usan como medios temporales de obtención de logros y siempre de forma apropiada. Lea, por favor, las instrucciones de uso.

PREMIOS.

Instrucciones de uso.

Tipos de premios:

Premios previstos. Son las recompensas pactadas que se ofrecen si se presenta la conducta que se espera. El deseo de conseguirlas ayuda a regular la conducta.

Premios imprevistos. Se conceden sin previo aviso como reconocimiento a una conducta deseable. Puede producir efecto en la persona que lo recibe y en las que lo observan. Ambos relacionan las conductas deseables con la recompensa.

Premios por entregas. Son los que mantienen el interés más vivo, al concederse puntos o vales acumulables cuando se producen pequeños logros. Al alcanzar una cierta cantidad, se logra el premio.

Premios liberadores. Permiten liberarse de alguna tarea desagradable.

Composición de los premios:

De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas de los padres, como abrazos, felicitaciones, lugares preferentes en la mesa o en el coche…

De base material. Consisten en posesiones materiales, como diversos objetos o dinero.

Relacionados con la autonomía. Ofrecen más libertad o autonomía para gestionar el dinero, el tiempo, el espacio… Orientaciones de uso:

Definir bien lo que se espera y el premio que se puede conseguir. Luego cumplir lo pactado.
Proporcionar premios acordes con el esfuerzo realizado y con las posibilidades razonables de la familia.
Plantear la obtención del premio a corto plazo para los más pequeños.
Proponer premios alcanzables. Sólo son útiles si se confía en alcanzarlos.

Efectos secundarios:

Evitar su uso prolongado y variado porque crea adicción y no se actuará si no es a cambio de premios.

Modifica la conducta pero no necesariamente las actitudes y motivaciones, por lo que hay que combinarlos con otras acciones educativas.

CASTIGOS.

Instrucciones de uso.

Tipos de castigos:

Castigos previstos. Son las consecuencias desagradables que aguardan como respuesta a una conducta inaceptable determinada.

Castigos imprevistos. Son consecuencias desagradables que se otorgan sin previo aviso ante conductas indeseables. Tratan de evitar que se repita la conducta.

Castigos con oportunidades. Se ofrece un castigo si se da una conducta, pero se concede la oportunidad de rectificar en dos ocasiones antes de recibirlo.

Composición de los castigos:

De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas negativas por parte de los padres como reprimendas, amonestaciones, alejamiento físico, silencio, caso omiso…

De base material. Suponen pérdida de ingresos, multas, no poder usar algo (TV, equipo de música, bicicleta…) o quedarse sin alguna posesión.

Relacionados con la autonomía. Restringen o privan de la libertad de salir, reducen el tiempo de ocio, exigen quedarse inmóvil, prohiben algunas relaciones…

Orientaciones de uso:

Elegir los castigos con prudencia. Los castigos han de cumplirse, por lo que un castigo absurdo o que no se cumple produce el efecto contrario.

Ser proporcionado a la conducta. Cuanto más indeseable, más severo.

Ser severo, es decir, ha de ser verdaderamente desagradable ya que si sólo supone una ligera molestia, se puede acabar aceptando la molestia como un mal menor.

Buscar castigos relacionados con la conducta indeseable. Así, por ejemplo, si se es descuidado y se estropean las cosas, se han de arreglar; si la conducta es molesta, se tiene que aislar…

Procurar que el castigo se acepte como algo merecido y se entienda que ayudará a mejorar.

AVISO IMPORTANTE: NUNCA LOS CASTIGOS PUEDEN ATENTAR CONTRA LOS DERECHOS Y LA DIGNIDAD DE LOS NIÑOS

Efectos secundarios:

Pueden aumentar la conducta indeseable. En algunas ocasiones, los hijos buscan llamar la atención de los padres y, al no conseguirlo con una conducta deseable, les basta con que les prestemos atención mediante castigos por las indeseables. En este caso está directamente contraindicado su uso.

Si el castigo se ve desproporcionado, injusto o absurdo, puede generar sentimientos de aversión, venganza y resentimiento. Como consecuencia, es probable que no se evite la conducta indeseable. También estará contraindicado su uso en estas circunstancias.

Dejo para el lector la elección del tratamiento más adecuado a las diferentes situaciones que se le presentarán. Y, de todas formas, en caso de duda, consulte a un especialista (profesor o psicólogo), es la persona más adecuada para facilitarle toda la información complementaria.

José María Lahoz García. Pedagogo (Orientador escolar y profesional), Profesor de Educación Primaria y de Psicología y Pedagogía en Secundaria